Seguramente cuando le preguntamos a nuestros papás sobre cómo ellos veían televisión o se enteraban de las noticias, muchos nos van a decir que fue a través de la televisión de bulbos o mediante la radio.
El mundo del entretenimiento que hoy conocemos no tiene nada que ver con lo que se veía en los años 80 y 90. La llegada de nuevas tecnologías a la vida diaria de los consumidores nos ha vuelto sedentarios, personas más solas y que ya casi no salen de casa.
Plataformas como Netflix, Amazon TV, ClaroVideo entre otras han cambiado la forma de ver televisión, incluso las redes sociales también han contribuido a nuevas maneras, formas y estilos para ver noticias o cualquier otro tipo de programa, ya que por su rápida accesibilidad o manera de difundir las cosas hacen que los seres humanos estemos informados casi en tiempo real.
En el caso específico de ver telenovelas, seguramente algunas de nuestras abuelas o mamás, podrán asegurarnos que -después de hacer labores domésticas o trabajar mediodía- llegaban a casa, se sentaban en el sillón más cómodo de la sala y pasaban horas viendo telenovelas. Seguramente muchos de nosotros recordamos, en caso de que nuestra mamá se haya dedicado al hogar, que mientras nuestra mamá planchaba la ropa o limpiaba los frijoles, ella estaba escuchando o viendo su telenovela favorita o Mujer casos de la vida real (una serie mexicana famosa en los años 90), quizá también veía su programa de chismes favoritos… En retrospectiva, todo eso es muy distinto en nuestros días.
Como anteriormente comentaba, ver televisión ya no es lo mismo, los avances tecnológicos nos da oportunidad de ir viendo una novela, serie o las noticias desde nuestro celular. En caso de que no podamos ver un capítulo favorito de nuestra serie, tenemos la suerte de poderlo ver las veces que queramos y así no perder la secuencia de la historia que tanto nos gusta.
La llegada de nuevas plataformas también revolucionó la industria del cine, antes, en las casas de los mexicanos, se contaba con videocaseteras (VHS o BETA), después DVD, luego Blu-Ray y ahora, a través de streamings podemos ver películas o series, todas en línea, sin necesidad de tener cientos de torres de cajas de discos de esas películas que tanto nos gustan o gustaban.
Todos estos cambios han derivado cambios en las conductas del consumidor que a su vez han dado pauta a estudiar sus gustos y preferencias. También ha perjudicado a la industria, pues empresas como Blockbuster se fueron a la quiebra por no saberse adaptar a las nuevas peticiones del mercado.
Los streamings al analizar sus conductas supieron cómo producir contenido que fuera el favorito de las masas. Lo hicieron tan bien que fue un golpe duro a sus competidores -la televisión como siempre la hemos conocido. Para no quedarse atrás estos competidores, poco a poco han dejado de aferrarse a un modelo de negocio arraigado en la industria que heredaba todo lo que estaba mal en el pasado, buscando y produciendo mejores contenidos, pero el público encontró algo en las empresas del streaming que las grandes televisoras no han podido ofrecer: contenido real, original, nunca antes visto.
Si hablamos de costos, el rentar un servicio de streaming, de cierta manera es mucho más benéfico y económico para la bolsillo de los consumidores, lo cual ha aumentando el bienestar del consumidor.
Según un artículo publicado por el blog Hipertextual, nos dice que: “Las razones están en la economía básica: si tomamos de referencia a un consumidor racional, la teoría económica nos dice que sólo comprará una canción o una película si valora este contenido por por encima de su precio de venta. Dicho de otro modo, los consumidores evitarán consumir música o cine que valoren menos que el precio de descarga. El streaming, al establecer un precio marginal de cero, hace que los consumidores estén más predispuesto a consumir otro contenido cuya valoración no supera el precio que ellos consideran valorable para una descarga, de forma que no sólo reduce la la llamada pérdida irrecuperable de eficiencia (la pérdida que se produce cuando el equilibrio para un bien o servicio no se logra o no es alcanzable), también aumenta el bienestar del consumidor al reducir el coste de búsqueda y acceso al contenido”.
Como anteriormente mencionábamos, podemos notar estos cambios en los comportamientos del consumidor que están reflejados en las bases de adquisición del retail tradicional de contenidos, es sumamente notorio que los consumidores cambiaron su consumo desde los medios físicos a los patrones de consumo digitales, los canales de distribución también cambiaron y algunos canales de venta al por menor, literalmente, desaparecieron de un día para otro.
Ahora ver programación en gadgets que antes se veía en televisión es, literalmente, un caso de estudio en la forma en la que se ha adaptado a los cambios en el comportamiento de los consumidores, por ejemplo de 2015 a la fecha, usuarios con ciertos poderes adquisitivos prefieren ver programación vía streaming que la de la televisión.
“El cambio que Netflix, y por extensión el streaming ha supuesto en el comportamiento del consumidor también ha cambiado las expectativas del consumidor Netflix se han convertido en uno de los actores más importantes en el consumo contenidos. Los consumidores pasan más tiempo en su plataforma que ver cualquier otro canal o medio tradicional. Las implicaciones de estos cambios rápidos en los últimos tres años son profundas: Netflix ya no es sólo un negocio de distribución de películas, se ha convertido en una fuerza importante en el negocio de la televisión tradicional y con la inclusión de su contenido original, Netflix es ahora un ecosistema de televisión en sí mismo, y en otro sentido, en una forma de consumo para los consumidores, que ahora esperan que sean los canales tradicionales los que se adapten a este modelo. No existe alternativa”, aclara el blog especializado en tecnología.
Y es que sí, para muchos, la transición de contenido que estuvo durante mucho tiempo en la caja negra a poderlo ver desde tu celular, por poner un ejemplo” cambió hasta los estilos de vida.
Pocas veces en la historia se ha dado un cambio tan brusco en la forma en la que nos relacionamos con un producto cultural, y es solo el principio.